Llegué a Belice con la idea de pasar unos días de playa y relax antes de regresar a México, más concretamente a Yucatán. Allí me esperaban unos últimos “duros” días de viaje en solitario hasta arriba de planes, antes de reencontrarme con Daniel, mi marido, en Colombia. ¡Hay es nada! Se avecinaban dos semanas cargaditas de emociones, como a mí me gusta.
Desde Flores, en Guatemala, contraté un shuttle directamente con el hostel hasta Caye Caulker. El resfriado que pillé gracias al gélido aire acondicionado de mi habitación compartida, se venía conmigo. ¡Menudo viajecito me dio! Con una polar y una bufanda y envuelta en una mantita. De esta guisa me enfrenté a un largo viaje en una incómoda furgoneta, como no, con el aire acondicionado a tope.
Una vez lleguéis a la frontera, tendréis que pasar a la oficina de inmigración de Guatemala a que os estampen la salida en vuestro pasaporte.
El siguiente paso, es cargar con todo vuestro equipaje hasta la oficina de inmigración de Belice, a escasos metros de la de Guatemala. Con un sello más en vuestro pasaporte, Belice os da la bienvenida.
El idioma oficial del país es el inglés, aunque enseguida os daréis cuenta de que prácticamente todo el mundo domina también el español. Tras pasar el último mes y medio viajando entre México y Guatemala, a mí me costó cambiar el chip, por lo que casi siempre me sorprendí a mí misma iniciando conversaciones en español como si tal cosa. La respuesta en la gran mayoría de los casos fue en un español fluido con un acento de lo más caribeño. ¡Qué gran ventaja supone el hablar un idioma tan ampliamente extendido!
La moneda local es el dólar beliceño, que tiene un valor fijo de 2 USD. En la práctica, podréis pagar en cualquier lado indistintamente en dólares beliceños o americanos. Además, el pago con tarjeta está, a diferencia de México y Guatemala, muy extendido.
En Belice City, la furgoneta os dejará en la terminal desde la cual parten las lanchas a los cayos (a Caye Caulker, y a Caye San Pedro o Ambergris después)
Hay varias empresas de. En mi caso, el shuttle que contraté, me incluía el billete para la lancha con la empresa San Pedro Belize Express Water Taxi, aunque la compañía Ocean Ferry Belize realiza exactamente los mismos trayectos que la anterior, así que podéis elegir la que mejor os venga por horarios y precios.
En alrededor de una hora la lancha llega al muelle de Caye Caulker. Las vistas a medida que nos aproximamos a nuestro destino empiezan a mostrarnos todo el esplendor del Caribe.
¡Bienvenidos al paraíso!
Mi alojamiento
Me alojé en Yuma´s House, una pequeña casa de huéspedes justo al lado del muelle principal. Si llegáis a la isla con la lancha de San Pedro Belize Water Taxi, como hice yo, ésta os dejará prácticamente en la puerta de vuestro alojamiento.
Elegí la habitación de cuatro camas con baño compartido, aunque estando pachucha como estaba, me arrepentí de no haber reservado una habitación privada para estar un poco más a gusto. Es una casa muy acogedora y todo estaba bastante limpio. Sólo hay un baño en la planta de arriba, donde están las habitaciones, por lo que a menudo está ocupado, pero, por suerte, hay más baños en la planta baja. Podéis utilizar la cocina y las hamacas y bancos del jardín y de la balconada. El WiFi, por lo menos durante mi visita, no funcionaba muy bien.
Caye Caulker
Esta pequeña isla es un pedacito de paraíso, ni más ni menos.
Consta de tres calles principales que la recorren a lo largo y algunas calles más que la cruzan transversalmente. Ninguna calle está asfaltada, no hay coches (sólo algunos carritos de golf), y el ambiente que se respira es de lo más relajante. Aquí la gente se mueve a “ritmo caribeño”, todo se hace despacio, con tranquilidad.
Hay muchas opciones de alojamiento, restaurantes, bares y supermercados, así que no os faltará de nada. Los precios son bastante más elevados que en Guatemala, no sé si por ser una isla o si simplemente el país en general es más caro.
Cada vez más turistas acuden a este bonito cayo. Veréis muchos mochileros, aunque también muchos gringos en busca de vacaciones de sol, playa y fiesta.
Hasta no hace mucho, la política sobre drogas en este pequeño cayo era bastante más relajada que en el resto del país. Por suerte, desde hace unos años, se están tomado medidas para acabar con este tipo de turismo. Me llamó la atención este cartel en la comisaría de la policía local.
Durante toda mi estancia en la isla estuve enferma. Es duro estar enferma de viaje, y más si viajas sola (reconozco que algún pequeño momento de morriña sufrí). La garganta me dolía horrores, no me podía despegar del paquete de pañuelos y tenía fiebre. Cuando estás a más de 35 grados, tapada con una manta en una habitación a pleno sol y el ventilador apagado y aún sientes frío, no es muy buena señal. Sin embargo, creo que la brisa marina y el calorcito me vinieron bien para recuperarme. Tras un par de días de no hacer nada (aparte de algún que otro paseo), comencé a sentirme mucho mejor.
Excursiones por la zona
La actividad estrella en este cayo es el buceo. Aquí se encuentra la segunda barrera de coral más grande el mundo, después de la australiana. Yo, aunque tengo la licencia para bucear, he renunciado a ello en este viaje. Llevo un tiempo teniendo algunos problemillas para compensar correctamente la presión, que debería tratar primero con mi médico, así que ¡plan descartado!
Para los que, como yo, no queráis o no podáis bucear, siempre os quedará el snorkel. Y ¡qué snorkel! Os aseguro que no defrauda. A veces no hace falta bajar a las profundidades para ver cosas realmente maravillosas.
Reserva marina de Hol Chan
Os recomiendo que toméis un tour para hacer snorkel a la reserva marina de Hol Chan. Lo que allí veréis os dejará sin palabras.
Todas las agencias del cayo ofrecen este tour y el precio suele ser el mismo. Yo me decanté por hacer la excursión con la compañía Reef Friendly Tours. La razón es simple: son los únicos que no arrojan comida al agua para atraer a la fauna y promueven un modelo de turismo sostenible y lo menos dañino posible con el medio ambiente.
El dueño, Amado, suele estar delante de su tiendecita, en la calle principal (muy cerquita de la cafetería Amor y Café), para captar clientes, aunque si lo preferís podéis contactar con él vía E-Mail.
Yo había reservado el tour en lancha rápida por 65 dólares, pero otras personas solicitaron, en el último momento, realizarlo en velero, lo cual era más caro. Como en total no éramos muchos, el capitán decidió juntarnos a todos en un barco y… ¡ganó la opción del velero! El tour duraría todo el día, en lugar de medio, que es lo que yo había contratado con Amado y, además, se incluiría la comida y bebidas durante la excursión, cosa que mi tour, por ser más corto, no incluía. Ya que yo había reservado el tour con anterioridad a estos cambios, el dueño me respetó el precio pactado, así que, desde luego, salí ganando.
Temprano y, tras probarnos el equipo de snorkel en la tienda, caminamos hasta el muelle de la parte trasera de la isla. Subimos todos al velero y partimos rumbo a la reserva marina de Hol Chan.
A pesar de navegar a motor, el velero es mucho más lento que las lanchas rápidas, por lo que tardamos alrededor de una hora y media en llegar al punto en que haríamos nuestro primer snorkel (por eso el tour dura todo el día). Sin embargo, el trayecto es muy agradable. En el barco hay suficiente espacio para moverse libremente, hay zonas donde puedes tumbarte a tomar el sol, puedes bajar a la bodega si prefieres tener algo de sombra… Y no vas danto botes todo el viaje como en una lancha (creedme si os digo que esto marca la diferencia).
Cuando por fin llegamos a la reserva, cientos de tiburones nodriza rodearon el barco.
El capitán Amado nos explicó que se acercan a cualquier embarcación, ya que el resto de agencias se dedican a alimentarlos para que los turistas puedan verlos de cerca. Esto está teniendo graves efectos en su comportamiento. Estos animales son naturalmente activos durante la noche. Sin embargo, hoy en día, son activos por el día, que es cuando llegan las lanchas. Antes solían migrar para criar. Hoy en día permanecen todo el año en Hol Chan, lo que significa que su ciclo reproductivo se está viendo también afectado. Y lo peor de todo, estos tiburones se están volviendo dependientes del alimento que reciben de los humanos. Prácticamente ya no buscan alimento por sí mismos.
La mejor manera de proteger un ecosistema tan frágil es no interferir en absoluto con su funcionamiento. Aquí lo único que vale es el “se mira, pero no se toca”. Si las empresas del sector turístico de la zona no reaccionan pronto, tengo la sensación de que terminarán por matar a la gallina de los huevos de oro.
Cuando toca tirarse al agua, infestada de inofensivos tiburones (sí, esta especie es completamente inofensiva para el ser humano), alguno duda. Su imponente figura y rápidos movimientos (tantas veces mostrados en películas), impresionan hasta al más valiente.
Al final, todos, ya disfrazados de hombres-rana (aletas, tubo y gafas colocados), nos vamos lanzando al agua. Si desde arriba ya era impresionante, verlos tan de cerca, nadando justo a nuestro lado, era sobrecogedor.
Vimos, además, numerosas rayas. Con sus majestuosos movimientos, parecen querer volar, en vez de nadar.
Además, tuvimos la suerte de ver una majestuosa tortuga. ¡Cómo me acordé de mis queridas tortuguitas del campamento Tortuguero!
En total, hicimos tres paradas para snorkelear, a cada cual más espectacular. El fondo marino de Hol Chan parece un auténtico acuario. Y como más vale una imagen que mil palabras, os dejo con una selección de fotos y videos de esta maravilla de la naturaleza.
La comida consistió en arroz con pollo (deliciosa la salsa, por cierto) y ensalada. De beber había zumos, refrescos y agua y, cuando terminamos la sesión de snorkel, ya regresando a Caye Caulker, ron y ponche, para el que quisiera.
Y como colofón, disfrutamos de un precioso atardecer, mientras navegábamos a vela de vuelta. ¿Qué más se puede pedir?
El “Gran Agujero Azul”
Hace muchos años que estaba en mi lista de sueños viajeros. Soñaba con poder observar desde el aire el famoso Blue Hole de Belice. ¿Cuántas veces habría dado al zoom del Google Maps e imaginado que lo sobrevolaba? Por fin, podría hacer otro sueño realidad.
La aerolínea beliceña Tropic Air ofrece vuelos escénicos para poder admirar el Gran Agujero Azul. Y, aunque las tarifas puedan asustar en un primer momento, ¿cómo ponerle precio a un sueño?
Estos vuelos escénicos parten del Cayo San Pedo (a tan sólo media hora de Cayo Caulker en lancha) los martes y miércoles a las 11 de la mañana o desde Belize City los martes, miércoles y domingos a las 10 de la mañana. Hasta hace poco tiempo, también era posible tomar una avioneta directamente en Caye Caulker, pero recientemente el aeropuerto cerró, por lo que, si encontráis vuelos desde Caye Caulker por internet, es información no actualizada.
Se necesita un mínimo de dos pasajeros para que salga el vuelo. En las fechas en las que yo iba a estar en Belice no tenían ninguna otra reserva, por lo que, hasta el último momento, parecía que mi sueño no podría hacerse realidad.
En mi segundo día en Belice, mientras sudaba las fiebres en la cama, me llegó un E-Mail de Tropic Air. Otros pasajeros habían reservado para el día siguiente el vuelo desde el Cayo San Pedro y si, aún estaba interesada, podría unirme. Confirmé mi reserva, previo pago de 269 USD (el precio exacto de este gran sueño), y fui al muelle a comprar un ticket para la primera lancha que saliera al día siguiente para San Pedro (28 USD más).
Llegué a Caye San Pedro temprano y me acerqué a una panadería para comprar algo para desayunar. Pregunté como llegar al aeropuerto y me dijeron que debía tomar un taxi. Me extrañó, porque había mirado en Google Maps y no parecía quedar muy lejos de donde me dejó la lancha, así que pregunté a una segunda persona. Recibí la misma respuesta y como no me apetecía mucho pegarme una buena caminata con fiebre y a pleno sol, paré un taxi. Aunque intenté regatear, no hubo forma de rebajar el precio por debajo de 7 dólares beliceños (3,5 USD). No tuve otra opción más que aceptar. Para mi sorpresa, tras menos de 5 minutos en el taxi, habíamos llegado al aeropuerto. Me sentí completamente estafada. Evidentemente, la vuelta la haría a pie.
Aún tuve que esperar un buen rato en el hall hasta la hora del vuelo. Aproveché a desayunar allí tranquilamente. Tenían un bonito acuario y la decoración navideña ya montada.
¡Qué extraño me resulta ver árboles de Navidad y Papá Noeles por doquier, con esta temperatura! En Suiza, por el contrario, la Navidad huele a frío y a nieve.
Al ratito, embarcamos en una pequeña avioneta con capacidad para aproximadamente 10 o 12 personas. El vuelo duró en torno a una hora, aunque os aseguro que parece menos. Las vistas de la barrera de coral y los atolones desde el aire son espectaculares.
Y, por supuesto, la guinda del pastel: ¡The Great Blue Hole! No hay palabras para describirlo. Creo que las fotos no muestran toda su belleza, su extraña y fascinante belleza.
Se acaba nuestro tiempo vuelo, así que regresamos al pequeño aeropuerto del Cayo San Pedro.
Todos los pasajeros, descendimos de la avioneta con una gran sonrisa en la cara y un sueño más cumplido.
Caye San Pedro
Aproveché que había tenido que desplazarme hasta allí para coger el vuelo para ver el Blue Hole, e hice una pequeña visita a este cayo. También llamado Caye Ambergris o la Isla Bonita (Madonna le dedicó su famosa canción a esta isla caribeña), es una isla bastante más grande que Caye Caulker. Está mucho más desarrollada (turísticamente hablando). hay muchos más hoteles y restaurantes, las calles están en su mayoría asfaltadas y hay hasta algún coche.
Aún así, sus calles y sus típicas casitas caribeñas aún conservan el encanto de lo tradicional.
Sus playas, mucho mejores que las de Caye Caulker, me regalaron, además, preciosas instantáneas.
A media tarde, cogí un barco de vuelta a Caye Caulker, despidiéndome, así, de la Isla Bonita.
El viaje continúa
Tras esta corta visita a Belice, debía volver a México. La forma más “rápida” (recalco las comillas, ya veréis porqué en el próximo post) era viajar en lancha hasta Chetumal y allí tomar un bus a mi siguiente destino, Mérida.
Hay dos compañías en Caye Caulker que cubren el trayecto por mar hasta Chetumal: San Pedro Belize Express Water Taxi (sale del muelle frontal, el que está frente a Yuma’s House) y Water Jets International (sale del muelle trasero, justo al otro lado de la isla). Ambas salen en días alternos, de manera que haya una lancha todos los días. Cuando sepáis en que fecha queréis viajar, sólo tenéis que mirar en su web qué empresa funciona ese día y comprar el billete.