Si vais a pasar unos días en Mérida (da igual que sean dos o veinte), no podéis iros sin visitar Uxmal. Cuando tengo que ser tajante, lo soy. Se trata de uno de los más importantes yacimientos arqueológicos de la cultura maya, junto con sus primos más famosos “Chichén Itzá” y “Tikal”. Tengo la suerte de haber visitado los tres y tengo que decir que la visita a Uxmal es la que más he disfrutado (¡qué me perdonen los más puristas!).
Sus edificaciones destacan por su tamaño y ornamentación de estilo Puuc (muros bajos lisos y espectaculares frisos). Y todo esto a tan sólo ¡62 kilómetros! de la ciudad de Mérida. Así que, si estáis por la zona, ¿cómo os lo vais a perder?
Por supuesto, todas las agencias y hoteles de la ciudad de Mérida organizan excursiones a esta maravilla arqueológica, pero yo, como casi siempre, os voy a contar aquí como hacer la visita por vuestra cuenta. No sólo os ahorraréis algo de dinero, sino que además podréis visitarla a horas en las que aún no hay hordas y hordas de turistas por todas partes. Creedme, esto marca la diferencia.
Para poder disfrutar de estas increíbles ruinas con poca gente (en completa soledad ya os aviso que va a ser misión imposible), os recomiendo que comencéis la visita en cuanto abran las puertas del recinto arqueológico a las 8 de la mañana. Informaos bien por si acaso hubieran cambiado los horarios.
Hay autobuses directos entre la ciudad de Mérida (Terminal CAME o también llamada Terminal ADO de primera clase) y Uxmal. Hay muchísimos horarios, pero tened en cuenta que el viaje dura aproximadamente una hora para poder llegar antes de que abran. En la fecha de mi visita el precio estaba en 130 pesos por un billete de ida y vuelta.
Si viajáis en el primer bus del día, llegaréis a Uxmal cuando las ruinas aún no han abierto al público. Yo llevé un sándwich y un plátano y aproveché a desayunar mientras esperaba a que abrieran las taquillas.
Para entrar al recinto debéis pagar tres tickets. Sí, habéis leído bien, son tres tickets de entrada. No me preguntéis por qué. En total fueron 223 pesos (algo menos de 10 euros), así que no os asustéis.
Una vez dentro sólo tenéis que seguir el camino marcado, con algunos paneles informativos bastante interesantes, por cierto, hasta llegar a una esplanada justo a los pies del Templo del Adivino, sin duda el edificio más famoso de todo el yacimiento.
Es simplemente majestuoso. Grandioso.
Os recomiendo que aprovechéis a visitar bien esta zona a primera hora de la mañana cuando aún no han llegado los buses cargados con manadas y manadas de turistas, ya que es esta área la que más se congestiona después.
Si rodeáis la gran pirámide, justo detrás, llegaréis al llamado Cuadrángulo de los Pájaros. Si os fijáis en los relieves de los tejados, veréis que el nombre no fue elegido por casualidad.
Las vistas del Templo del Adivino son magníficas desde aquí también.
Pasé un buen rato explorando esta especie de patio de forma rectangular y los edificios palaciegos que lo rodean.
Merece la pena especialmente fijarse en los muchos detalles que esconden sus frisos.
Para cuando decidí que era hora de continuar visitando otras zonas de este enorme recinto, los primeros grupos de turistas comenzaban a llegar.
Pero ya daba igual, había podido disfrutar de un par de horas en completa soledad.
Me dirigí al Juego de Pelota, que, aunque se veía muy bonito a simple vista, estaba demasiado restaurado para mi gusto.
Esta cancha se construyó entre finales del siglo IX y principios del siglo X, durante el mandato de Chan ChahkK’ahk’nalAjaw (totalmente impronunciable) y que coincide con la época de mayor expansión y poder de Uxmal.
El juego de pelota fue una actividad ceremonial de prestigio de la época. Se practicaba con una pelota de hule maciza cuyo diámetro variaba entre los 20 y los 35 cm en toda el área maya. La pelota sólo podía tocarse con la cadera, los codos y las rodillas y debía hacerse pasar por el aro. Los jugadores llevaban protecciones de cuero en estas zonas para amortiguar el impacto.
Allí me topé con la primera iguana del día, que parecía salir de su guarida para saludarme.
Al ir subiendo el sol y, por tanto, la temperatura, estos simpáticos reptiles iban despertando y apareciendo por doquier. Como más tarde vería, son una auténtica plaga.
Continué mi camino, pasando por alguna ruina menos conocida, hasta el Templo Mayor o Gran Pirámide.
Os animo a escalar sus 30 metros de altura por su empinada escalinata.
En lo más alto, hay un pequeño edificio en cuya fachada se encuentran esculpidas algunas guacamayas No es de extrañar entonces, que se le conozca comúnmente como Templo de las Guacamayas.
Las vistas del resto del recinto arqueológico desde este punto tan elevado son realmente privilegiadas.
A un costado de esta Gran Pirámide, se encuentra un edificio mucho menos espectacular quizás, pero sin duda muy fotogénico.
Además de unos frisos espectaculares, tiene, desde lo alto, una de las mejores vistas del Templo del Adivino. ¡No os las podéis perder!
En esta zona, abundan también las iguanas. Salen hasta de debajo de las piedras. Literalmente.
Si os quedáis un rato sentados, tranquilamente sobre alguna piedra o en la misma hierba, se os acercarán curiosas. Parecen querer posar para las mejores fotos que os llevaréis de Uxmal. Sin duda, la siguiente es mi favorita.
Ya de camino a la salida, eché un último vistazo al Templo del Adivino.
Los que acababan de entrar, lo miraban con el asombro del primer encuentro. Para mí, era una triste despedida. Intentaba captar y retener en mi memoria esa última imagen, esa sensación de estar ante algo increíble.
En la zona de las taquillas tenéis una pequeña tienda de souvenirs y una cafetería, donde también venden agua y refrescos (el calor del mediodía no perdona la sed). De ahí, hasta la parada del autobús de vuelta a Mérida no os llevará más de 10 minutos andando. Preguntad a la ida los horarios exactos para no tener que esperar mucho.
En total, pasé alrededor de 5 horas paseando entre estas alucinantes ruinas mayas. Sé que la mayoría de tours no pasan de las 3 horas dentro del recinto, pero, sinceramente, para mí, Uxmal se merece ser recorrida y disfrutada con calma.
Ha merecido la pena esperar a ver tus nuevas experiencias, me hubiera gustado disfrutarlo contigo, bss
Me alegro de que la tardanza no te haya hecho desesperar. Lamentablemente, no es nada fácil encontrar el tiempo (ni el WiFi) para actualizar el blog más a menudo mientras se viaja.
¡Qué vida más dura la de la viajera empedernida! (Léase con ironía, mucha ironía).
Besos.
P.D. Que conste que la oferta estaba sobre la mesa. A ver si para la próxima aventura no os echáis atrás.