Parece mentira que la ciudad de Wurzburgo pase inadvertida para una gran parte de los viajeros. Se trata de una encantadora ciudad al norte del estado de Baviera que forma parte, al igual que Rothenburg ob der Tauber, de la famosa ruta romántica.
Os dejo el link a la web oficial en castellano, donde encontraréis muchos más datos de los que yo os pueda aportar.
Wurzburgo, o Würzburg en alemán, es una ciudad universitaria pequeñita, pero con mucha vida. Se encuentra a medio camino entre Frankfurt y Núremberg. Su casco antiguo es, para mi gusto, de los más bonitos y coquetos de todo el país. Por desgracia, durante la Segunda Guerra Mundial, la ciudad quedó destruida completamente. El 16 de marzo de 1945, tan sólo dos meses antes de la rendición alemana, Wurzburgo fue bombardeada por la aviación británica y quedo reducida a escombros.
Todo el centro histórico, de un precioso estilo barroco, se perdió para siempre. Hoy, más de siete décadas después, la mayor parte de los monumentos ya han sido reconstruidos. Dar un paseo por esta ciudad, es empaparse de historia, a pesar de que más del 90% de los edificios que nos rodean, tengan en realidad pocas décadas de vida reales. Es conveniente tener muy presente el pasado para no repetirlo en un futuro, y esta ciudad parece querer recordárnoslo a gritos a cada paso.
La zona centro no es muy grande y se recorre perfectamente a pie. Os dejo un mapa con los principales puntos de interés, aunque lo ideal es callejear y perderse por sus muchos rincones con encanto.
Nosotros comenzamos visitando la Residenz (número 1 en el mapa), un palacio barroco construido entre el 1719 y el 1780. En él solían residir los príncipes-obispos de la ciudad y fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1981.
Durante la II Guerra Mundial, el edificio sufrió graves daños (en torno al 98% del palacio quedó completamente destruido). Hay un par de salas que se mantienen tal cual eran, bien porque sobrevivieron a la guerra, bien porque se reconstruyeron fielmente gracias a fotografías de la época. El resto del palacio se ha transformado en una especie de exposición.
Lo más interesante, además de las salas mejor conservadas, es poder observar la colección de fotografías en las que se muestra el antes y el después de la guerra. Éstas no se centran sólo en el palacio, sino que muestran diferentes lugares de la ciudad fácilmente reconocibles. Es sobrecogedor.
Otro punto de interés es la capilla barroca del palacio, donde por desgracia, no está permitida la fotografía.
Los jardines merecen una mención especial. Ese día el tiempo no acompañaba (se ve muy gris en las fotos, aunque por suerte no nos llovió).
En una visita anterior, hace ya unos años, tuvimos la suerte de visitarlos en un día soleado y fue una auténtica gozada perderse entre sus pasarelas, fuentes y estatuas.
Para los que disfrutéis con los pequeños detalles, un consejo: hay unas flores preciosas, de muy diferentes tipos, y algunas bastante peculiares. A mí me tuvieron entretenida un buen rato, entre observar, oler y fotografiar.
Además, las gotas de lluvia del chaparrón que había caído temprano aquella mañana daban mucho juego.
Tras dar por concluida la visita al palacio nos encaminamos al centro de la ciudad. No tiene pérdida. Desde la plaza que hay frente a la entrada principal de la Residenz se divisan gran cantidad de cúpulas y torres que debéis seguir, como si de faros se tratara, para llegar al casco antiguo.
En una de sus calles, nos encontramos a estos simpáticos gatitos. Para los que no me conocéis, os diré que soy una auténtica loca por los gatos, así que no pude evitar echarles una foto.
Llegamos a la catedral (número 2 en el mapa), aunque tuvimos que conformarnos con verla por fuera, ya que no estaba abierta a las visitas.
Por una animada calle comercial llegamos al que considero el gran imprescindible en toda visita a esta bonita ciudad: el puente viejo sobre el río Main (alte Mainbrücke), el más antiguo de toda la ciudad. Desde aquí, las vistas de la ciudad son impresionantes.
Guardando las distancias, a mí, personalmente, me recuerda bastante al puente de Carlos, en Praga. Espero que no me crucifiquéis. El de Praga es mucho más largo y espectacular, pero éste, a pesar de ser mucho más modesto, tiene un estilo muy parecido.
Justo al lado opuesto, la Fortaleza de Marienberg (número 4 en el mapa) parece asomarse, imponente, al río. Hoy alberga un museo, aunque no os puedo contar más, ya que nosotros no llegamos a subir.
En uno de los extremos del puente se encuentra un pequeño restaurante, el “alte Mainmühle”, donde podéis degustar platos típicos de la zona con unas vistas inmejorables. Los precios son bastante asequibles, en consonancia con los de la zona. Muy recomendable. Es el edificio de la izquierda en la siguiente foto.
Y para quemar las calorías, nada mejor que callejear y perderse por esta fantástica ciudad. Como veis, Wurzburgo bien se merece una visita.