El plan para hoy era visitar los templos de las cuevas de Dambulla. Cinco cuevas encaramadas a una colina que son la máxima expresión del arte budista cingalés. En su interior, tenuemente iluminado, cientos de figuras y pinturas que hacen la delicia de todo el que las visita. Después de tan interesante visita, teníamos por objetivo llegar a Kandy, la puerta de entrada a las tierras altas.
Las imponentes cuevas de Dambulla
Nos despedimos de Neville, quien nos había hecho sentir como en casa durante nuestra estancia en Habarana y emprendimos camino hacia Dambulla. En apenas tres cuartos de hora estábamos en el parking. Frente a nosotros un gigantesco buda moderno nos recibía.
Aparcamos al lado de un árbol del que colgaban unos durians enormes (si te cae uno en la cabeza, te arregla) e hicimos algunas fotos.
Desde aquí se puede ascender hasta las cuevas, pero para ello habría que subir todo el camino hasta los templos para luego descender por el otro lado de la colina, donde se encuentra la taquilla, y volver a ascender de nuevo. Todo esto nos parecía un esfuerzo innecesario, más aún si tenemos en cuenta el abrasante calor, así que nosotros nos decidimos por ir con el cacharro hasta la mismísima taquilla y así ahorrarnos un buen trecho de escaleras. Dejad el buda gigante a vuestra derecha y continuad por la carretera unos 500 metros. Tomad un camino que sale a la derecha y llegaréis al parking. La taquilla está justo enfrente. Tras desembolsar 1500 rupias por persona comenzamos a subir las escaleras de acceso a las cuevas.
Una vez arriba, nos encontramos con una galería blanca de la época colonial, que parece sujetar la roca. Es en esta galería donde encontraréis la entrada a las diferentes cuevas.
En realidad, hay más de 80 cuevas documentadas en los alrededores de Dambulla, pero la principal atracción de la zona son estas cinco cuevas que os voy a mostrar. Datan del siglo I a. C. y son las únicas abiertas a los visitantes. Fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 1991.
Primera cueva: Devaraja Viharaya
(Templo del Señor de los Dioses)
Es una de las cuevas más pequeñas. Lo más destacable es un buda reclinado tallado en la roca. Mide 14 metros de lardo y llena por completo la estancia.
A sus pies, un par de estatuas parecen estar adorándolo.
Los murales de esta cueva están muy erosionados, pero aun dejan atisbar lo que en su día fueron.
Segunda cueva: Maharaja Vihara
(Templo de los Grandes Reyes)
Ésta es la más grande y, quizás, la más espectacular de todas. Por toda la sala hay esparcidas estatuas de buda, de diferentes formas y tamaños. Entre ellas se esconden las estatuas de dos reyes cingaleses (Vattagamini Abhaya y Nissankamalla), que dan nombre a esta cueva.
En el centro nos encontramos una pequeña estupa, bordeada, como no, de figuras de buda.
La suave luz crea un ambiente perfecto para el lugar. Los juegos de luces y sombras son simplemente geniales para la toma de fotografías. Hay un halo de misticismo en todo el recinto.
Los murales que cubren paredes y techos no dejan ni un solo centímetro de roca desnuda a la vista, creando la sensación de estar en una habitación recubierta de tapices y no en una fría y oscura cueva. Uno de los más destacados muestra a buda sentado bajo el árbol de Bo, donde alcanzó el nirvana.
Tercera cueva: Maha Alut Viharaya
(Gran Templo Nuevo)
Esta es sin duda, junto con la segunda cueva, una de las grandes protagonistas de Dambulla. Numerosas estatuas de buda, algunas completamente idénticas, bordean toda la sala.
Los techos y paredes están completamente cubiertos de pinturas que, en algunas zonas, le dan un aire bastante psicodélico a todo el conjunto.
En un rincón de la estancia nos encontramos con la estatua de Kirti Sri Rajasinha, rey de Kandy, quien ordenó la construcción de esta misma cueva.
Es un lugar abrumador. Impresiona sentirse bajo la solemne mirada de tantos pares de ojos. Da igual desde qué ángulo observes la escena, nada escapa a su control.
Cuarta cueva: Paccima Viharaya
(Templo del Oeste)
El nombre no es muy acertado, ya que la quinta cueva se encuentra situada más al oeste que ésta.
Nos encontramos de nuevo en una cueva mucho más pequeña, más parecida en tamaño a la primera, pero no por ello, menos bonita. Está ricamente decorada con frescos y estatuas de buda.
Quinta cueva: Devana Alut Viharaya
(Segundo Templo Nuevo)
Esta cueva es la menos antigua de todas. Domina la pequeña pero acogedora sala un bonito buda reclinado.
A ambos lados encontramos figuras más pequeñas de buda.
Antes de irnos, volvimos a entrar en la segunda y tercera cuevas. Me costó despedirme de uno de los lugares, que más me ha impresionado en todos mis viajes. Al final, no sin pena, volvimos al cacharro para continuar con nuestra ruta tuktukera.
En ruta hacia Kandy
Para que las casi dos horas de tuk tuk que teníamos por delante no se nos hicieran tan pesadas, decidimos hacer algunas paradas por el camino (por ejemplo para admirar las vistas de la siguiente foto).
Nos gusta ir a sitios que se salen de las rutas más turísticas y ésta era una gran oportunidad. Íbamos bien de tiempo y con nuestro cacharro teníamos total libertad de movimiento ¿qué más se puede pedir?
Nalanda Gedige
La entrada cuesta 500 rupias y se accede al tempo a través de un camino rodeado de vegetación. Fue construido en el estilo del sur de La India y es único en Sri Lanka. En 1980 fue trasladado piedra a piedra desde su ubicación original para evitar que desapareciera bajo el agua tras la construcción de una presa.
Los relieves tallados en sus paredes están muy erosionados, pero aun se pueden distinguir algunos detalles muy interesantes.
Quizás el más llamativo sea uno de carácter erótico, mucho más habitual en los templos indios.
Al lado del parking hay un pequeño museo del que no puedo decir gran cosa, ya que no llegamos a entrar.
Templo Sri Muthumariamman Thevasthanam de Matale
Llegamos a este templo hindú, uno de los más importantes de la zona, justo a tiempo para la puja u ofrenda de la tarde. Pagamos las 200 rupias de la entrada y accedimos al interior, hipnotizados por la música de una especie de trompetas e instrumentos de percusión que anunciaba el comienzo de la puja.
Éramos los únicos turistas en aquel momento y nos sentamos en un rincón a escuchar y a observar. Era una gozada ver tocar a los músicos, se notaba que disfrutaban con lo que estaban haciendo.
No sé cuánto tiempo estuvimos allí sentados, extasiados, pero el tiempo se nos había echado encima y era hora de seguir nuestro camino a Kandy.
Kandy nos recibe en todo su esplendor
Por fin llegamos a la capital cultural de la isla y la segunda ciudad más grande del país, y el horrible tráfico es el primero en darnos un bofetón de bienvenida. En ese mismo momento decidimos que el cacharro se quedaría aparcado a día siguiente. Nosotros nos moveríamos por aquel caos o bien andando, o bien en tuk con conductor incluido.
Está empezando a atardecer y en lugar de ir directamente al hotel, tomamos la decisión de subir al buda de Bahiravakanda. Se trata de un gigantesco buda sentado de color blanco en lo alto de una colina con vistas a la ciudad. El camino de subida es empinado, muy empinado. Es tan empinado que el cacharro sube a duras penas. ¿Podrá con las cuestas de las tierras altas?
Todas nuestras preocupaciones se disipan en cuanto llegamos a la estatua. La paz que transmite, la preciosa luz que había a aquella… fue un momento simplemente perfecto.
Su historia no es tan tranquila como la cara del buda quiere hacernos creer. En el año 1993 la estatua voló por los aires tras un atentado suicida, por lo que hoy podemos ver es una reconstrucción. La entrada cuesta 200 rupias y además de a la terraza principal, da acceso a unas escaleras que suben por la parte trasera y hasta lo más alto de la estatua.
Cuando se hizo completamente de noche condujimos hasta nuestro alojamiento para las próximas dos noches, el Renuka Inn. Está en una zona tranquila cerca del lago y se puede llegar andando hasta el centro. Limpio y cómodo, lo recomendaría sin duda. Pagamos 20 dólares la noche por una habitación doble con aire acondicionado y baño privado. Además, el wifi fue uno de los mejores de todo el viaje. Prestad atención si os decidís a reservar en booking.com porque también tienen habitaciones más económicas, pero con el baño en el pasillo. En booking.com no se explica claramente y aunque la dueña asegura que es un baño privado, la realidad es que no está cerrado con llave y cualquiera puede usarlo.
Os dejo sus datos de contacto, por si a alguien le pudiera interesar:
Renuka Inn
Dirección: 29/261/K Ampitiya Road Shanthi Kumar Ranasinghe Mawatha, Kandy
Teléfono: +94 71 627 8919
www.booking.com
Antes de irnos a dormir, cenamos en el restaurante The Garden Cafe, justo a la orilla de lago y muy cerca de nuestro hotel. Nos gustó tanto que repetiríamos al día siguiente, pero eso ya es otro post.