La costa sur de Sri Lanka

Teníamos dos días por delante para recorrer la costa sur de la isla, visitando sus mejores playas y disfrutando de sus paisajes. Hacia la tarde solía empezar a llover, así que teníamos que aprovechar muy bien el poco tiempo del que disponíamos.

Playas, playas y más playas

Las playas de Sri Lanka son espectacularmente bonitas. La arena es de un perfecto color dorado, las aguas turquesas, el verde de las palmeras hace de decorado… Son realmente fotogénicas. Por desgracia, la mayoría no son aptas para el baño. El oleaje es muy fuerte y las corrientes son traicioneras. En aquellas playas donde sí se puede uno bañar sin peligro, se juntan locales y turistas.

La tarde anterior no había parado de llover, por lo que no habíamos podido ni bajar a ver la playa que había frente al hotel. Esa mañana, bien temprano, hicimos el check out y, antes de dejar Tangalle, nos asomamos a la playa. Era una playa larguísima y preciosa y, además, no había casi gente.

Tras dar un pequeño paseo y hacer algunas fotos, cogimos el tuk tuk y nos dispusimos a continuar nuestra ruta por la costa en dirección al oeste.

Nuestra siguiente parada fue para ver el Hummanaya Blow Hole. Para llegar a él hay que seguir un camino bien marcado. Nada más comenzar el paseo nos encontramos este precioso lagarto.

Tras pasar por una espectacular playa, llegamos al famoso bufadero, el segundo más grande del mundo. El chorro de agua puede alcanzar, dependiendo de la fuerza del oleaje, incluso los 30 metros de altura. El ruido que provoca el agua al pasar por el pequeño agujero es sobrecogedor. Es mucho más espectacular verlo en directo, las fotos no le hacen justicia.

El siguiente punto en nuestra ruta fue la playa de Nilawella. Siguiendo por un camino sin asfaltar, llegamos a una zona preciosa, donde una lengua de arena de la playa se introducía en el mar, llegando hasta un islote cercano.

Desde allí teníamos, además, muy buenas vistas del cercano puerto, con sus coloridos barcos.

Muy cerca de allí, estaba la playa de Hiriketiya, famosa, sobre todo, entre los surfistas. Pasamos un buen rato allí, observándoles mientras cabalgaban las olas.

En la orilla, donde las olas llegaban muy debilitadas, unas pocas personas aprovechaban a remojarse el culo.

Algo más hacia el oeste, nos encontramos con la pintoresca playa de Matara. En un islote, comunicado con la costa gracias a un puente, llama la atención un bonito templo budista.

Otra playa recomendable es la de Weligama. En ella destaca, de nuevo, un pequeño y verde islote.

Dimos un pequeño paseo por la paradisíaca playa de Dalawella. Se trata de la típica playa que podría aparecer en cualquier folleto de agencia de viajes. Teníamos ante nosotros la playa perfecta y prácticamente para nosotros solos. ¡Genial!

La última playa que visitamos fue la de Unawatuna. Es quizás la más famosa de la zona, por lo que hay mucha más gente, aunque sin llegar a estar abarrotada. Sus aguas son bastante tranquilas, por lo que es apta para el baño.

Los pescadores zancudos de Sri Lanka

Y, por supuesto, no podíamos irnos de Sri Lanka sin ver uno de sus iconos más reconocidos: los pescadores zancudos, típicos de esta zona de la isla.

Ésta era la técnica de pesca tradicional en la isla hasta que dejó de utilizarse tras el tsunami que asoló la costa del país en el 2004. Ahora no es más que un show de cara al turista.

Si queréis hacerles fotos, tendréis que pasar por caja. Otra opción es alejarse un poco y echar lo foto en modo incógnito o “paparazzi”.

Los encontraréis en la zona de costa que va desde Ahangama hasta Koggala, una zona preciosa también, por cierto.

Para las siguientes dos noches teníamos alojamiento en Mirissa, donde al día siguiente temprano teníamos contratado un tour de avistamiento de ballenas. El Pinki Resort es un hotel pequeñito y familiar, cuya fachada no parece presagiar nada bueno. Sin embargo, la habitación doble con baño privado y wifi por 24 dólares la noche estaba francamente bien. Se puede reservar a través de booking.

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