Feliz, feliz en mi día

Hoy cumplo años. 32 añazos uno detrás de otro, ni más ni menos.

Echo la vista atrás y me parece mentira que 32 años de mi vida ya hayan pasado. Ya me decían mis padres cuando era niña que, a medida que creces, el tiempo pasa más deprisa, pero hay que verlo (o vivirlo) para creerlo.

El balance no puede ser más positivo. En todo este tiempo he tenido momentos fantásticos, he hecho un montón de cosas que hace tan solo unos años me habrían parecido imposibles, he visto y he aprendido tanto… Pero también he tenido momentos malos, como es normal. Y gracias a ellos he aprendido a capear los temporales de mejor manera y ahora valoro mucho más las pequeñas cosas. Dicen que después de la tormenta siempre llega la calma y ahora, desde la experiencia que dan 32 años de vida, sé que no se trata simplemente de una frase hecha.

Estoy en mi mejor momento. No me quitaría ni un sólo año de encima. Eso significaría borrar algún capítulo, bueno o malo, de ese libro que yo llamo “Mi vida”. Y no, todos y cada uno de ellos son parte importante de la trama, de mi evolución como persona.

Acabo de empezar una nueva etapa. Como ya sabéis hace exactamente una semana me embarqué en la que, quizás, sea la aventura de mi vida. Ahora mismo me encuentro en la costa del Pacífico de México, más concretamente en el estado de Riviera Nayarit. Y para celebrar que tengo un año más de maravillosas experiencias a la espalda, me he dado el capricho de pasar un día de snorkel y playa en las Islas Marietas. Perdón por la calidad de las fotos, pero sólo me lleve la cámara acuática…

Acabo de dar el siguiente paso en este viaje. Hoy mismo, día de mi cumpleaños, comienza un proyecto de conservación medioambiental en el que participaré durante dos semanas. Durante este tiempo, trabajaré como voluntaria para la protección de las tortugas marinas en un pueblo llamado Rincón de Guayabitos. Junto con los biólogos del proyecto y otros voluntarios patrullaré las playas de noche, en busca de tortugas anidando. Trasladaremos los huevos a un vivero, donde estarán más seguros y una vez nazcan las tortuguitas, las liberaremos para que vuelvan a su casa, el mar.

Está claro que cumplir años es obligatorio, pero envejecer es opcional. Yo simplemente quiero morir joven, aunque sea con 100 años, pero joven.

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *