¿Quién no ha oído hablar de grandísimos viajeros y exploradores como Marco Polo, el doctor Livingstone, Henry Morton Stanley, Cristóbal Colón, Fernando de Magallanes, Charles Darwin, Amundsen y Scott? Un par de minutos me bastan para recordar una larga retahíla de nombres, todos ellos de hombres, claro. Los libros de historia han sido, durante demasiado tiempo, escritos por y para los hombres. ¡Ya es hora de que muchas cosas vayan cambiando!
Durante mucho tiempo, las mujeres no podían ni soñar con vivir las aventuras que vivían sus masculinos iguales (mejor ni hablamos sobre derechos, libertades, etc.). ¿O sí? Pioneras las ha habido siempre. Gracias a estos pequeños grandes hitos, nuestras sociedades han ido dando pequeños pasos (dos hacia delante y uno hacia atrás) hacia un mundo más igualitario.
No aparecen en los libros de texto ni en los grandes documentales de la 2 (no siendo que alguien entre cabezada y cabezada vaya a oír hablar de ellas). ¡Ya va siendo hora de conocerlas también a ELLAS!
Con motivo del 8 de marzo, día internacional de la mujer, os dejo una lista de mujeres, grandes viajeras y exploradoras, que nos ha dejado la historia.
Egeria (siglo IV), la primera escritora de viajes española
Además de como Egeria, fue también llamada Eteria, Ætheria o Etheria, e incluso Arteria o Geria, por lo que según donde leáis sobre ella, veréis su nombre escrito de diferentes maneras.
A finales del siglo IV, justo al comienzo de la caída del gran Imperio Romano, esta joven monja gallega, comenzó un viaje asombroso que la llevaría hasta Tierra Santa. Después de atravesar el sur de Galia y el norte de Italia y cruzar en barco el mar Adriático. Viajó durante tres años por Constantinopla, Mesopotamia, Sinaí, Jerusalén y Egipto.
Su historia de peregrinaje cristiano es realmente asombrosa para la época. En su libro “Itinerarium ad Loca Sancta”, sin apenas referencias bibliográficas lamentablemente, narra sus periplos y explica cómo viajaba a través del cursus publicus, la red de vías de 80.000 kilómetros utilizadas por las legiones romanas. No se sabe si a lo largo de su vida regresó a su patria, pero fue, sin duda, una de las primeras mujeres viajeras de la historia.
Si he conseguido despertar vuestra curiosidad y queréis empaparos un poco más de sus aventuras, hay un libro en el mercado llamado “Viaje de Egeria” que narra sus vivencias.
Alexandra David-Néel (1868-1969), una extranjera en el Tíbet
Louise Eugénie Alexandrine Marie David, más conocida por su pseudónimo Alexandra David-Néel, nació el 24 de octubre de 1868 en Francia, en el seno de una familia aristocrática
Tras iniciarse como viajera por Europa, una joven y rebelde Alexandra viajó a la India en 1891. Allí, tuvo su primer contacto con la cultura tibetana, quedando fascinada de por vida.
Cuando se quedó sin dinero para seguir viajando (problemas viajeros que perviven a lo largo de la historia), regresó a Europa.
En un viaje a Túnez conoció al que se convertiría en su marido. Sin embargo, el matrimonio no duraría mucho. Tras siete años, en 1911, Alexandra decidió que hora de regresar a la India, para lo que no dudó en abandonar a su esposo.
En la India conoció al Dalai Lama, tras lo cual, decidió convertirse al budismo. Con 56 años de edad, consiguió su mayor logro: entrar al Tíbet en 1924, zona prohibida y controlada por el ejército chino por aquel entonces. Disfrazada de peregrina, y tras un largo periplo de tres años para cruzar a pie el Himalaya, consiguió llegar hasta la ciudad de Lhasa, un lugar completamente prohibido a los extranjeros en aquella época. En el libro “Viaje a Lhasa”, la propia Alexandra narra este fascinante viaje.
Alcanzó los cien años de edad y dejó un legado de más de 30 libros sobre religiones orientales, filosofía y viajes.
Ida Pfeiffer (1797-1858), ¿la primera mochilera de la historia?
Lo de Ida Pfeiffer era auténtico espíritu viajero. A sus 45 años y con sus hijos ya crecidos, este ama de casa austriaca del siglo XIX, decide, harta de su vida hogareña y tradicional, salir a recorrer el mundo.
No procedía de una familia adinerada ni se le conoce fortuna alguna, así que su viaje estuvo repleto de incomodidades y dificultades, por lo que se la podría considerar la primera “mochilera” de la historia (pero de las de verdad, ya que hoy en día este concepto se ha ido desvirtuando mucho). Creo que esta frase suya describe su forma de viajar a la perfección:
“Habrá quienes piensen que hice un viaje tan largo por vanidad. Lo único que puedo decir es que el que así lo entienda debería emprender una aventura como la mía para convencerse de que nada, salvo el interés natural por viajar, un deseo desmesurado por adquirir nuevos conocimientos, podría ayudar a una persona a superar las dificultades, las privaciones y los peligros a los que yo he estado expuesta”.
Esta increíble mujer viajó durante diecisiete años a países como Turquía, Palestina, Egipto, Escandinavia, Islandia y Madagascar y dio dos veces la vuelta al mundo por rutas distintas, visitando Brasil, Chile, Tahití, China, India, Persia, Asia Menor, Sudáfrica, Borneo, Sumatra, Australia, California, Perú y Ecuador.
Si, como yo ahora mismo, sentís la necesidad de saber más sobre sus viajes, Ida los dejó plasmados en su libro “Viaje de una mujer alrededor del mundo”. Reconozco que aún no lo he leído, pero recalco el aún, ya que este libro acaba de hacerse un hueco en mi lista de lecturas pendientes.
Jeanne Baret (1740-1807), la primera mujer en circunnavegar el mundo
Jeanne Baret o Jeanne Barret, según donde lo encontréis escrito, fue una botánica francesa con unas grandes ansias por viajar y descubrir mundo.
En 1766 se hizo pasar por hombre, bajo el pseudónimo de Jean Baré, para poder formar parte de la primera expedición francesa que pretendía dar la vuelta al mundo en barco, con el fin de catalogar las diferentes especies de todos los rincones del planeta.
Jeanne se embarcó en aquella aventura como asistente del biólogo Philibert Commerson, quien también era su pareja.
Tras dos años de expedición, que la llevaron a Brasil, al Estrecho de Magallanes, Madagascar y Tahití, Jeanne fue descubierta y obligada, junto a su compañero Commerson, a desembarcar en Isla Mauricio, donde él murió en 1773.
Habiéndose quedado sola, Jeanne decidió abrir un cabaret en Port Louis como medio de vida. Poco después, conoció a un oficial naval francés, con quien terminó casándose. Juntos, volvieron a Francia, completando Jeanne así, su particular y accidentada vuelta al mundo.
Además, Jeanne llevó consigo a Francia las muestras botánicas de Commerson, 30 cajas que contenían algo más de 5000 especies, incluyendo 3000 descritas como nuevas. El rey Luis XVI reconoció sus méritos como asistente del botánico fallecido, dejándole una renta vitalicia, y la describió como “mujer extraordinaria”.
A pesar de sus contribuciones científicas, durante siglos fue conocida como la amante de Commerson, en lugar de reconocida por su propia labor. ¿Cuántas veces se nos habrá contado la historia desde el punto de vista equivocado?
May French Sheldon (1847-1936), la Reina Blanca del Kilimanjaro
Nacida en Estados Unidos, May French Sheldon siempre fue una mujer inquieta y feminista. Esta editora y escritora vivió la época de las grandes expediciones a África e incluso llegó a conocer al famoso explorador y aventurero Henry Morton Stanley.
En 1891 viajó a Mombasa, desde donde dirigió su propia expedición al Kilimanjaro para demostrar que las mujeres también podían ser grandes exploradoras.
Que una sea exploradora y aventurera no quiere decir que tenga que renunciar necesariamente a ciertas comodidades, o eso parece que pensó May. Siempre viajaba con un enorme palanquín de mimbre, que llegó a ser famoso en la época y que aparece en la siguiente ilustración. Además, en su equipaje no faltaba nunca una ¡bañera!
Sus expediciones, al contrario que las lideradas por hombres, fueron completamente pacíficas. Ella creía firmemente que se podía entrar en contacto con las diferentes tribus africanas sin necesidad de usar la violencia. Y tuvo éxito. Tras muchas dificultades, May consiguió ganarse el respeto de los 150 porteadores que contrató para cargar, además de con su palanquín y su bañera, con los numerosos artículos de lujo con los que se ganaba a los jefes de las tribus de manera amigable y como una auténtica anfitriona.
May relató sus experiencias viajeras en el libro “De sultán a sultán”, aunque, desgraciadamente, en internet sólo he encontrado su versión en inglés, por lo que no sé si existe la traducción al español.
Lady Mary Wortley Montagu (1689-1762), una aristócrata inglesa en el Imperio Otomano
Lo que parecía una vida convencional de una aristócrata en el Londres de la época, dio un giro de 180 grados en 1716, cuando su marido fue destinado como embajador en Constantinopla.
Culta, curiosa y rompedora, Lady Mary Wortley Montagu no se limitó a ejercer de embajadora consorte y se lanzó a explorar su nuevo entorno, descubriendo y aprendiendo mucho sobre la cultura del lugar. Vestía túnica y velo para poder recorrer los rincones de la ciudad como una local más, e incluso llegó a disfrazarse de hombre para poder entrar a lugares prohibidos a las mujeres, como Santa Sofía. Esta mujer fue, además, la primera persona occidental en entrar en los harenes del mismísimo sultán.
Todos estos lugares y las experiencias que allí vivió, quedaron maravillosamente descritos en las cartas que enviaba a su hermana y que se publicaron un año después de su muerte como “Embassy Letters”. Tienen su adaptación al castellano en el libro “Cartas desde Estambul”.
Nellie Bly (1864 –1922), una Willy Fog en toda regla
Elizabeth Jane Cochran, más conocida como Nellie Bly, y nacida en Estados Unidos, fue la primera reportera de periodismo de investigación y una pionera del periodismo encubierto.
Retada por el editor del diario New York World, para el cual además trabajaba, logró batir el récord del personaje Phileas Fogg de Julio Verne, completando la vuelta al mundo en menos de 80 días. Regresó a Nueva York el 25 de enero de 1890, tras haber pasado por Londres, Calais, Brindisi, Port Said, Ismailia, Suez, Adén, Colombo, Penang, Singapur, Hong Kong, Yokohama y San Francisco. Había tardado exactamente 72 días, 6 horas, 11 minutos y 14 segundos en completar el recorrido.
Este viaje la convirtió, además, en la primera mujer en dar la vuelta al mundo sola, sin compañía ni “protección” de ningún hombre, lo que sirvió de inspiración para otras mujeres occidentales.
Anita Delgado Briones, la maharaní malagueña
Anita Delgado Briones fue una bailarina nacida en Málaga en 1890, pero el destino haría que terminara siendo la maharaní de Kapurthala, en la India.
Cuando Anita contaba con tan sólo 16 años de edad, el maharajá, que estaba de viaje en España con motivo de la boda del rey Alfonso XIII, acudió a ver su espectáculo y se enamoró perdidamente de ella.
El rico príncipe consiguió convencer a la familia de la joven (algo de dinero hubo de por medio) para que accedieran a tan desigual matrimonio (él era 18 años mayor que ella).
Su boda fue la de una princesa, pero su vida no fue tan de cuento. En lugar de ser la mujer sumisa que todos habían supuesto, Anita se rebeló contra el feudalismo y el machismo de la sociedad india. Como mujer de carácter e independiente que era, escribió algunos artículos para revistas y periódicos, así como algunos libros de viajes (destaca el libro “Impresiones de mis viajes a las Indias”). Además, colaboró con la Cruz Roja durante la Primer Guerra Mundial.
Tras separarse de su marido, con el que tuvo un único hijo, vivió una vida plena y bohemia en Europa. Murió en Madrid en 1962.
Su biógrafa oficial, Elisa Vázquez de Gey, escribió tres libros sobre la vida de esta peculiar princesa de Kapurthala.
Asimismo, la novela “Pasión india”, de Javier Moro, relata las venturas y desventuras en la vida de Anita. He tenido la suerte de leerla y no puedo dejar de recomendárosla. Simplemente, te engancha desde la primera página.
Ni están todas las que son, ni son todas las que están en esta lista. Me ha llevado mucho tiempo seleccionar a unas pocas y por ello me he dejado a muchas en el tintero: Jane Goodall, Amelia Earhart, Osa Johnson, Martha Gellhorn, Dian Fossey, Eileen Collins y un larguísimo etcétera.
Hace un par de años RTVE emitió la Serie «Mujeres Viajeras«, con documentales muy interesantes sobre mujeres rompedoras y aventureras de diferentes tiempos. Es un tema de sobra repetido, y a la vez muy desconocido aún.
Ya va siendo hora de que se dé visibilidad y se reconozcan los logros (grandes o pequeños) de todas las mujeres del pasado, del presente y del futuro. Es deber de todos, hombres y mujeres, luchar por ello. ¡Qué no nos nieguen nuestros derechos! Mujeres, ¡vamos a comernos el mundo!
me ha encantado esta entrada. gracias Ingrid por enseñarnos cada día más cosas y narrarlas de esta forma tan sencilla y clara.
¡Muchas gracias Susi! La verdad es que es una entrada que escribí con mucho cariño, así que me alegra especialmente que te haya gustado.
Las historias de estas mujeres me parecen, además de repletas de valentía, muy inspiradoras, ya sea para animarse a viajar o para simplemente salir de la zona de confort en cualquier ámbito de la vida. Son un ejemplo a seguir.