Qué ver en San Pedro de Atacama en 4 días

Comenzamos el ansiado viaje con un larguísimo vuelo directo Madrid-Santiago de Chile. Lo único remarcable fueron las impresionantes vistas que pudimos disfrutat al sobrevolar los Andes, ya casi llegando a Santiago. Hicimos una corta escala, cambiamos algo de dinero y  nos dispusimos a tomar nuestro siguiente avión. Ya durante el vuelo de Santiago a Calama uno se va haciendo una idea de lo que abajo le espera. Desde mi ventana del lado derecho del avión se divisa un paisaje muy particular: un desierto inmenso con la nevada cordillera de los Andes al fondo.

El aeropuerto de Calama es pequeño. Enseguida estábamos fuera con nuestras mochilas y esperando a ser atendidos en los mostradores de Transfer Licancabur. Con ellos había contratado días antes el transfer hasta San Pedro de Atacama por 24.000 Pesos con el equipaje incluido (precio de abril de 2016).

Hay muchas otras empresas que realizan el mismo servicio, así que lo importante es informarse sobre horarios y precios y elegir. Algunos ejemplos:

Por el camino vimos nuestra primera llama. O eso pensábamos nosotros. Más tarde nos enteraríamos de que en esta zona hay cuatro tipos de camélidos diferentes: llamas, alpacas, guanacos y vicuñas. Por las explicaciones que un par de días después el guía de un tour nos dio, creemos que sería un guanaco. Las llamas y las alpacas son las únicas especies domésticas y las que tienen el característico pelaje lanudo más largo. Es fácil diferenciarlas por su tamaño: la llama es mucho mayor que la alpaca. Por el contrario los guanacos y las vicuñas sólo se encuentran en estado salvaje y tienen un pelaje más corto y de color pardo que tiende a más claro en la zona del vientre. Y de nuevo para diferenciarlos lo que importa es el tamaño: el guanaco es el más grande de los dos.

Trás poco más de una hora de viaje, con alguna que otra cabezada incluida, llegamos a la entrada de la callejuela donde se encontraba nuestro hotel en San Pedro de Atacama. Estaban haciendo obras en la calle y la furgoneta, en la que habíamos viajado desde Calama completamente solos, no podía pasar.

El hotel era chiquitito pero resultón. Tenía muy pocas habitaciones alrededor de una especie de patio con piscina. Al viajar durante el otoño austral, las temperaturas por desgracia no invitaban al baño, pero me imagino que en el verano debe de ser una gozada poder refrescarse con un bañito después de una dura jornada de excursiones y visitas.

La habitación estaba muy bien para el precio que pagamos (180.000 pesos por 4 noches). Sencilla pero limpia y aunque sin calefacción, no pasamos frío por la noche. Además en el hotel, subiendo unas escaleras, hay una cocina que los húespedes pueden usar libremente. Esto nos vino especialmente bien para prepararnos unos cuantos mates de coca a deshoras. Hay que tener en cuenta que San Pedro de Atacama, al ser un sitio muy turístico, es bastante caro. Hay opciones más baratas, por supuesto, pero buscábamos la comodidad que no da un dormitorio mixto de un hostel ni sus baños compartidos.

Por si a alguien le pudiera interesar dejo aquí la web del hotel y su E-Mail:

www.hostallakuntur.com
contacto@hostallackuntur.cl

El pueblo en sí es muy pequeño, apenas unas cuantas calles sin asfaltar y llenas de agencias, restaurantes, bares y tiendas de ropa de montaña. La vida gira en torno a la calle Caracoles y un par más que la cruzan. En esa zona es donde está todo el cotarro. En los cuatro días que pasamos en San Pedro nos dedicamos a hacer diferentes excursiones por la zona, a aclimatarnos a la altura para el posterior viaje a través del altiplano hacia Bolivia, a comer bien y a descansar.

Algunos de los restaurantes de San Pedro que probamos y podemos recomendar:

  • Restaurante Adobe (Calle Caracoles 211): precio medio-alto, pero absolutamente recomendable. Además los zumos naturales estaban de vicio.
  • La Estaka (Calle Caracoles 259): precio medio-alto, pero comida de muy buena calidad y muy bien presentada.
  • Pizzería el Charruá (Tocopilla 442): pizzas muy ricas y baratas.
  • Las Delicias de Carmén (Calle Calama 360): precio medio-bajo, comida muy buena y con unas porciones que dan perfectamente para compartir.

Excursiones por la zona

Nosotros ya teníamos claro qué excursiones queríamos realizar, así que las llevábamos contratadas desde casa gracias al bendito internet. Una parte ya la dejamos pagada via PayPal y el resto lo pagamos en cada una de sus oficinas en nuestro primer día en San Pedro.

La verdad es que si vais a estar suficiente tiempo en San Pedro, quizás recomendaría darse una vuelta por la calle Caracoles y alrededores y comparar precios de las diferentes agencias. Un dato a tener en cuenta es que en algunas agencias hacen descuento si reservas varias excursiones con ellos.

Las excursiones estándar (ésas que todo el mundo hace cuando va a San Pedro: termas de Puritama, Laguna Céjar, Geysers del Tatio y Valle de la Luna) las podréis encontrar casi en cada esquina. Por experiencia propia podemos decir que las agencias tienden a juntar a sus clientes en un mismo tour. Así que al final va a dar igual con qué compañía hayais reservado y qué precio hayais pagado, porque el tour va a ser exactamente el mismo para todos. Eso sí, estas excursiones suelen realizarse en grupos grandes (un autobús lleno) y del tipo que nosotros llamamos «guiritour» (5 minutos para fotos aqui, 10 minutos para pasear allá…). En fin, que no es nuestro tipo de excursión ideal, pero a no ser que se cuente con un presupuesto mucho más elevado que el nuestro, son casi la única opción.

Hay otras excursiones menos explotadas (Salar de Tara, Valle del Arco Iris, Piedras Rojas, etc.) donde al haber menos demanda, los precios son también más elevados. Aquí sí que podría ser interesante seguir los consejos de otros viajeros (en foros de viajes en internet, páginas como tripadvisor, etc.) para elegir la mejor agencia que se ajuste a vuestro presupuesto, puesto que en este caso la calidad del tour va a depender en gran medida del guía.

Éstas son las que nosotros realizamos y por este orden (tiene su importancia a la hora de aclimatar el cuerpo a la altitud):

Valle de la Luna

(altura máxima aproximada 2.250 msnm)

Esta excursión es de tarde y dura aproximadamente cuatro horas. Uno no puede estar en el desierto de Atacama y no visitar el famoso Valle de la Luna. Sería como ir a París y no ver la torre Eiffel.

En la mayoría de tours de tarde el punto de encuentro es en la propia oficina de la agencia. Allí dimos nuestros datos y nos sacaron a la calle. Como ya he explicado anteriormente, las diferentes agencias suelen juntar a todos sus clientes para una misma excursion en un mismo tour. Como además, todas las excursiones de tarde salen a la misma hora, allí se llego a juntar muchísima gente. Tardaron algo más de media hora en conseguir ubicarnos a todos en nuestros correspondientes autobuses y por fin salimos hacie el Valle de la Luna.

El trayecto es corto y el guía lo ameniza con las explicaciones de lo que vamos a ver a continuación. En realidad el Valle de la Luna es un gran desierto de sal. La roca y la arena rojizas crean un interesante contraste con la blanquecina sal. Además, gracias a la erosión del viento y la sal, se pueden encontrar aquí formaciones rocosas y paisajes de extraña belleza, como sacados de otro planeta. Si la propia NASA realizó algunas de las pruebas para sus vehículos espaciales en este lugar, por algo será.

La primera parada fue para ver la famosa formación conocida como las Tres Marías. Cada vez que no nos ha quedado más remedio que unirnos a uno de estos «guiritours» nos queda un poco la sensación de haber visto «lo que había que ver», pero a la vez de habernos perdido un poco «la magia del lugar», la «EXPERIENCIA» con maýusculas.

Nos dieron algo de tiempo para pasear antes de que el bus nos recogiera para llevarnos al siguiente «punto de interés». Nos separamos un poco del grupo para poder sentir mejor la majestuosidad de aquel lugar y admirar paisajes de menos interés para el gran público. Este rato lo disfrutamos especialmente: no se puede sentir el desierto yendo en multitud.

La siguiente parada fue para subir a la gran duna. Después de una corta caminata llegamos a lo más alto y quedamos maravillados con las vistas. El sol empezaba a caer y la cálida luz del atardecer teñía el desierto de ocres.

Como ya no quedaba mucho tiempo de luz, tuvimos que darnos algo de prisa en volver al autobus para poder llegar al último punto de nuestro tour: la Piedra del Coyote. Se trata de un mirador con unas vistas panorámicas privilegiadas. El atardecer desde aquí es especialmente bonito. Los colores del paisaje iban cambiando de tonalidad por momentos: dorados, rojizos, rosados, violetas, azulados…

Y al caer la noche volvemos todos a la realidad con la bofetada del frío  desértico, lo que hace que muy rápidamente estemos todos de vuelta al bus y camino a San Pedro.

Datos prácticos

Nosotros contratamos esta excursion con la agencia Whipala Expedition (Calle Tocopilla 418A) por 10.000 pesos por persna (no icluye la entrada de 3.000 pesos por persona). Pagando en efectivo hacían un 10% de descuento.

Os dejo su web y el E-Mail por si os pudiera servir de algo:

http://www.whipalaexpedition.cl/
whipalaexpedition@gmail.com

Lagunas altiplánicas y Piedras Rojas

(altura máxima aproximada 4.200 msnm)

Éste fue sin duda el tour que más nos gusto de todos los que hicimos. Cuando aún estábamos en casa preparando el viaje nos costó un poco encontrar una agencia por internet que incluyera el paraje de Piedras Rojas. Una vez en San Pedro vimos carteles de muchas otras compañías que lo ofertaban. Así que de nuevo el mismo consejo que ya escribí anteriormente: si vais con suficiente tiempo siempre es más fácil, y seguramente más barato, contratar las excursiones in situ.

Las lagunas altiplánicas ya por sí solas merecen la pena, pero si teneis la oportunidad de acercaros a Piedras Rojas, ¡no os lo perdais! Esto siempre es muy subjetivo, pero para mí es uno de los lugares más increíbles que he tenido la gran suerte de conocer.

Un coche pasó a buscarnos en nuestro hotel a las 7 de la mañana. En la parte de atrás ya había otra pareja, así que mi pareja se sentó con ellos y yo me puse en el único asiento que aún quedaba libre: el del copiloto. Ya estábamos todos, así que nos pusimos inmediátamente en camino a las lagunas altiplánicas Miscanti y Miñiques.

Poco antes de llegar empiezo a notar una sensación extraña, que ya me era familiar. Le pregunto al guía a qué altitud nos encontramos y me confirma que acabamos de sobrepasar los 4.000 metros. En los próximos días iría corroborando mi teoría de que tengo una especie de altímetro interno que me «avisa» en cuanto supero los 4.000 metros de altura con increible exactitud. No me encontraba mal, ni mucho menos, pero empezaba a sentir una ligera «borrachera».

Paramos en un alto, justo en medio de ambas lagunas. Las vistas, mirases para donde mirases, eran alucinantes (y no por la falta de oxígeno). Impresiona pensar que las montañas que nos rodean lleguen a rozar los 5.500 o 6.000 metros de altura.

Era temprano y hacía mucho frío. El guía enseguida monto un desayuno que ni en el mejor hotel: té, mate de coca, café, bollos, pan con diferentes cosas para untar, galletas, etc. En este viaje he redescubierto el mate de coca. Ya lo había probado hace años, cuando alguien se lo trajo a mi madre de un viaje a Sudamérica (era bastante pequeña, así que no recuerdo los detalles). Está muy rico, tiene un sabor muy suave, incluso sin azúcar. Además no hay nada mejor para entrar en calor y al mismo tiempo combatir el mal de altura, aquí llamado puna o soroche.

En realidad es más eficaz masticar las hojas de coca, lo que aquí se conoce como pijchear. No les gusta que los turistas lo llamemos masticar o mascar: la coca se pijchea. Con una técnica muy depurada, los locales le quitan el tallito a la hoja mientras se la introducen en la boca. Se ablanda un poco con los dientes y la saliva y se coloca en el lateral de la boca. Y así, hoja tras hoja, hasta formar una bola de tamaño considerable, que va soltando lentamente sus jugos y con ellos su principio activo. Aquí, y sobre todo en el altiplano boliviano, todo el mundo pijchea. Llegamos a ver gente con los carrillos tan llenos que parecían auténticos hamsters. Nosotros probamos el pijcheo, pero el penetrante sabor, amargo a más no poder, no nos termino de convencer. Nos quedamos con el mate.

Después de desayunar nos hartamos a hacer fotos por los alrededores de la laguna Miñiques (la más pequeña de las dos). Luego montamos en el coche para bajar un poco hacía la laguna Miscanti.

Dimos un paseo por la zona. Había un montón de grupos de vicuñas por los alrededores.

El aire era el más puro, el más limpio que jamás hubiéramos respirado. Pero era fino, muy fino. Cualquier mínimo esfuerzo hace que te sofoques. Hay que tomárselo con calma, caminar despacio e inspirar más profundamente. Esta es nuestra primera incursión en altura en este viaje y hay que darle tiempo al cuerpo a aclimatarse. No deja de ser curioso ver como somos incapaces de andar y hablar entre nosotros a la vez. Estamos dando un paseo y parece que estemos corriendo una marathon.

De aquí cogemos de nuevo el coche rumbo a Socaire. En este pueblo, en su mayor parte construido con adobes, comemos uno de los mejores almuerzos de todo el viaje, por cierto, incluido en el tour, al igual que el desayuno.

Teníamos un largo camino hasta Piedras Rojas. Con la barriga llena y el calorcito dentro del coche, más de uno pegó una cabezada. Cuando por fin llegamos y salimos del cohe, el frío viento nos despertó de golpe. Nos pusimos todas las capas de ropa que teníamos: pantalón y camiseta térmicos debajo de la ropa normal, una chaqueta polar, dos plumas, gorro y guantes. Y no sobraba nada, os lo aseguro. Pero el lugar era tan increíblemente bonito, que ni el gélido viento nos podía detener.

Una explosión de color nos rodeaba. El verde turquesa del agua, el blanco de la sal, el rojo de las rocas, un cielo azul intenso… todo tan armoniosamente combinado que parecía un cuadro sacado de la imaginación del mejor de los artistas.

Del frío ya sólo nos acordábamos cuando después de muchas fotos seguidas con un guante quitado, la mano comenzaba a doler. El tiempo pasó volando por allí, pero teníamos que continuar el tour.

Nada más salir hacia nuestro siguiente destino el guía detuvo el coche en seco. Había un par de vizcachas en unas rocas al lado del camino. Nunca habíamos visto unos animales como aquellos: una mezcla entre conejo y chinchilla que parece sacada de una serie de dibujos manga.

Tras un buen rato de viaje, en el que no dejamos de ver vicuñas a ambos lados de la carretera, llegamos al Salar de Atacama y la laguna Chaxa.

Nos encontrábamos de nuevo a mucha menor altitud y eso se notaba también en la temperatura. Ya no nos quedaba ropa que quitarnos sin montar un escándalo público. El paisaje era de postal: un enorme salar a medio inundar con cientos de flamencos y los Andes al fondo. Todo reflejado en las saladas aguas de la laguna. Las cámaras echaban humo.

Para terminar el tour hicimos una parada corta en el pueblo de Toconao, con una iglesia de arquitectura típica Atacameña muy interesante.

Volvimos a San Pedro con muy buen sabor de boca.

Datos prácticos

Este tour lo contratamos a través de la agencia Inca Coya (Calle Toconao 474) por 60.000 pesos por persona (el precio no incluye la entrada a la Reserva de 6.000 precios por persona).

También aquí os dejo su web y su E-Mail de contacto:

www.incacoyatour.com/
administracion@incacoyatour.com

Creo que ya he dejado bastante claro que quedamos encantados con esta excursión. En cada parada tuvimos suficiente tiempo para ver, oir, sentir, disfrutar el lugar, hacer miles de fotos… Nunca hubo prisas. Además tuvimos la enorme suerte de ir con tan sólo una pareja de Chilenos y el guía, así que disfrutamos de un tour prácticamente privado.

Un detallazo: después de andar todo el día poniendo y quitando capas de ropa, me olvidé el pantalón térmico en el coche tras la excursión. Esa misma noche vino alguien de la agencia para traérnoslo al hotel, justo cuando andábamos buscándolo entre los miles de cosas en nuestra mochila. No sé que hubiéra hecho sin él los siguientes días de viaje, así que desde aquí les vuelvo a dar las gracias.

Geysers del Tatio

(altura máxima aproximada 4.320 msnm)

Se trata del campo de Geysers más grande del hemisferio sur y el tercero más grande del mundo, tras Yellowstone (EEUU) y otro menos conocido en Rusia. Es simplemente impresionante.

Se sale de San Pedro de madrugada (sobre las 5 de la mañana), ya que están a aproximadamente una hora de camino y el mejor momento para admirar las fumarolas es sobre las 6 o las 7 de la mañana. A las 5 puntuales ya estabamos esperando a la puerta de nuestro hotel a que pasaran a buscarnos para el tour. A esas horas hacía mucho frío, pero no eramos los únicos esperando a esas horas tan intempestivas en la calle. Las vans de las diferentes agencias iban pasando a recoger a otros viajeros y nosotros seguíamos allí esperando. Ya llegó un momento que pensamos que nos habían olvidado e íbamos a entrar al hotel de nuevo para intentar contactar con alguien de la agencia, cuando nuestro transporte apareció. Fue «sólo» media hora de retraso, pero después del madrugón y con ese frío se hacen eternas.

Fui durmiendo la mayor parte del camino. Me desperté ya casi llegando y con la extraña sensación de borrachera. Pregunté a qué altura estábamos ya y la respuesta me hizo gracia: acabábamos de superar los 4.000 metros.

El frío que te recibe al salir de la furgoneta es terrible. Es un frío que duele. En serio, cualquier zona del cuerpo que quede expuesta al aire duele. Además aquí se nota muchísimo la falta de oxígeno. Entre el sueño, el frío y la hipoxia parecemos todos zombies.

La guía intenta revivirnos con un buen desayuno. Entre ella y el conductor montan en un momento una mesa con pan, queso, jamón y lo más importante de todo: bebidas calientes. Yo sigo fiel a mi mate. Esta vez me pongo tres bolsitas de coca para un vaso no muy grande. La guía nos asegura que en cuanto salga el sol, el frío irá desapareciendo. En esos momentos nos cuesta hasta creerlo, aunque el tiempo le daría la razón.

Cuando empieza a clarear comenzamos a andar por entre los geysers. Es impresionante ver las fumarolas de vapor tan caliente en un lugar tan frío.

Al acercarse a las pozas de agua hirviendo se nota un olor exagerado a azufre. Pero no nos importa, también se siente el calorcito.

A los lados de los diferentes caminos y alrededor de las pozas han marcado un perímetro de seguridad con piedras. Eso no impide que algunos quieran acercarse un «poquito» más para sacarse el mejor selfie. Unos meses antes de nuestra visita falleció una turista belga al caer dentro de una de las pozas de agua hirviendo, y por desgracia no es el único accidente de este tipo ocurrido aquí. En mi opinión, sin salirse de los caminos delimitados es una visita totalmente segura.

Existe la posibilidad de darse un chapuzón en aguas termales. El que esté interesado, que no se olvide el bañador. Eso sí, hay que ser valiente para quitarse la ropa con el frío que hace allí arriba. Nosotros no fuimos capaces. Luego, viendo el poco tiempo para disfrutar del baño que tuvieron los que se animaron, nos alegramos de nuestra decisión. Quizás yendo por tu cuenta merezca la pena: los tours de las agencias llegan y se van todos a la misma hora más o menos, por lo que esperando un poco se podría disfrutar de un baño tranquilo en un lugar increible. Sin prisas, como nos gusta a nosotros. Quién sabe, quizá la próxima vez.

Salimos de la zona geotérmica hacía el pueblo de Machuca. Había una tiendecita tipo ultramarinos, donde compramos unas empanadas para matar el gusanillo. Justo al salir nos topamos con unos señores que habían montado una especia de parrilla, de la que salía un olor riquísimo. Al final terminamos acompañando las empanadas con unos pinchitos de llama exquisitos. Un buen fin de excursión. De aquí ya fuimos directos de vuelta a San Pedro.

Datos prácticos

Esta excursión la reservamos con la misma agencia que la del Valle de la Luna (Whipala Expedition) por 25.000 por persona (5.000 pesos por persona para la entrada no incluidos en el precio).

http://www.whipalaexpedition.cl/
whipalaexpedition@gmail.com

Un detalle por parte de la agencia: en el viaje de vuelta me empecé a sentir mal, muy mal. Estábamos a más de 30 grados y yo iba con ropa térmica y plumas y aún así no podía parar de tiritar. Mi chico me tocó la frente y me dijo que estaba ardiendo (una vez de vuelta en el hotel, el termómetro nos confirmaría que tenía más de 39°C de fiebre). Para esa tarde teníamos reservada, e incluso ya pagada, la excursión a la Laguna Céjar con esta misma agencia. El mayor atractivo de este tour era el baño en la laguna de agua muy salada, al estilo del Mar Muerto. Teniendo en cuenta que el agua en abril está bastante fría y que yo me encontraba muy mal, decidimos cancelarla. Además, al día siguiente salíamos en un tour de tres días hacia Uyuni, y tenía que hacer todo lo posible por recuperarme. Nada más explicar el problema en la oficina de la agencia, nos devolvieron el 100% del dinero adelantado.

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